CUBANIDAD o Cubamanía
Este artículo me lo compartió la directora de mi medio de prensa, que es reyoya, o rellolla, o reyolla, o relloya, pero de cualquier forma, amantísima cubana de Cuba. Gracias al mexicano que lo escribió en el sitio www.enganchecubano.com, que aún no he explorado, no se si está a favor o en contra de los de dentro de la isla, pero ciertamente hizo diana con lo que es la CUBANÍA, esa que padecemos todos los que nacemos en la Llave del Golfo, la Perla de las Antillas, o la Mayor de las Antillas, y muchos otros epítetos para nuestro país y su gente.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
Los cubanos salen de una isla pequeña y se han
diseminado por todo el mundo. Son una isla de calor, azúcar y lindas playas con
no más de 12 millones de habitantes pero, ¡!!joder!!!, como diría mi compadre,
¿Que tiene esa raza mezclada que es el centro del mundo? Uno es profesor en una
universidad de Australia; otro, inauguró en Alaska un restaurante.
Uno de los cocineros de
la reina Isabel II de Inglaterra es cubano, y como si no fuera poco, ahora a la
reina le encantan los plátanos chatinos. Un cubano tiene un negocio de alquiler
de camellos a turistas en las pirámides de Gisa, aún y cuando, ese negocio
comenzó tantos años atrás que América solo estaba poblada por aborígenes haciendo
casabe.
Cuando Simón Bolívar
estaba por nacer, su madre, doña María Concepción, enfermó gravemente de
tuberculosis. La familia de Simón, desesperada, acudió a la señora Inés Mancebo
de Miyares, una cubana casada con Fernando de Miyares, luego gobernador general
de Venezuela. La dama, acababa de debutar como madre y no vaciló en compartir
su leche con el recién nacido. Un santiaguero, Pablo Lafargue (Santiago de
Cuba, 1842-Londres, 1911), fue discípulo y compañero de Carlos Marx, además de
su yerno.
Un mulato cubano fue
alcalde de París, se llamaba Severiano de Heredia, nacido en La Habana en 1836.
Manuel del Socorro Rodríguez, bayamés de cuna y carpintero de oficio, nunca
imaginó el sitio que le tenía reservado el destino. Huérfano a temprana edad, bregó
duro para mantener a su familia. Aun así, su devoción por los libros propició
que adquiriera una gran cultura lo que le llevó a ser considerado el iniciador
del periodismo en Colombia. El azar propició que María Teresa Mestre conociera
en Ginebra, Suiza, a un joven estudiante de su misma carrera. Ignoraba que era,
en realidad, el Gran Duque Heredero de Luxemburgo.
La química del amor
funcionó y se casaron el 14 de febrero de 1981. En el año 2000, Enrique devino
Gran Duque de Luxemburgo, y María Teresa la Gran Duquesa. Para demostrar su
apego por sus orígenes, escribió en español los documentos que la proclamaban
soberana del pequeño país, y empleó el castizo María Teresa en lugar del Merie
Therese requerido. Seguir citando ejemplos sería como querer competir con los
volúmenes de la de Enciclopedia Británica porque a estos hombres, que según
parece nacieron para diseminarse por el mundo nada los detiene, ni el frío ni
el calor. Los seduce el trópico de la Florida, pero soportan igualmente a pie
firme los hielos de Boston, Nueva York o la Siberia.
Jamás mendigan, trabajan.
Los que en Cuba eran pobres, aquí son ricos. Los que en Cuba eran conocidos por
vagos habituales, es como si con el pasaporte les hubieran puesto un chip para
trabajar 14 horas diarias. Los que allá eran medio pelo, aquí son pelo y medio.
Uno es rector de la Universidad; otro, maquilla muertos. Ingenieros limpiando
pisos o especialistas en cirugía haciendo de enfermeros o ayudantes. Ningún
obstáculo detiene su laboriosidad beligerante si la oferta es digna. Cambian,
pero sólo en la superficie. En Miami siguen jugando la bolita (lotería
Prohibida), peleando gallos a escondidas y enviando los hijos a la escuela
privada.
Por que como dijera un
ilustre cubano ¨…los cubanos lo saben todo y lo que no, se lo imaginan.¨ Se les
crítica y se les envidia pero en el fondo se les admira. Gallegos por el
trabajo y judíos por la voluntad de sobrevivir, constituyen una legión
empecinada que no se deja ignorar. Todo dueño de negocio en el mundo quiere
tener a un trabajador cubano, porque para ellos no importa la profesión que
sea, lo importante son los frijoles de sus hijos y vivir honradamente.
Sobre todo los distingue
algo que no he visto en ninguna otra emigración, algo que ellos llaman cubanía.
Los emigrantes tratan sobre todo de adaptarse a las costumbres y formas de vida
de las regiones a donde emigran. Los cubanos cambian a las regiones a donde se
trasladan convirtiéndolas así, aunque sea en apariencia, en su añorado barrio.
Traen su música calurosa, el ruido de sus tambores, los frijoles negros y el
bistec de palomilla con moros y plátanos maduros fritos.
Pero traen sobre todo la
simpatía, la cordialidad y la laboriosidad. Nunca verás a un cubano que no diga
que es cubano, no importa donde esté, ni el nivel cultural o las costumbres que
tenga, no necesita ni decir una palabra, cuando a un bar o restaurante entra un
cubano, todos saben que es cubano. Exagerados, fanfarrones, ruidosos, sí, pero
también intensos, profundamente creadores y buenos amigos. No querrás a un
mejor amigo que un cubano, porque como se dice en la pequeña isla caribeña
quien tiene un amigo tiene un central y los cubanos son amigos a lo que venga.
¿Y qué no han hecho en estos 50 años de destierro los cubanos para poder
sobrevivir con dignidad? Cuál actividad manual o intelectual no han ensayado en
éste o en aquél país, por complicada que pareciera, lo han realizado para no
quedarse detrás, para no dejarse discriminar, y para convertirse en los mejores
y más conocedores del negocio que emprendan. Tanto es así, que hoy en Miami, si
eres más americano que Gorge Washington pero no sabes hablar español,
probablemente te sea imposible encontrar trabajo.
Porque sin duda, Miami es
hoy de los cubanos. En alguna de esas actividades han llegado tan lejos que
superan a emigraciones que los precedieron por cerca de medio siglo. No hay
hospital en Estados Unidos donde no haya hoy un médico cubano, ni dueño de
clínica que no añore tener entre sus galenos a los cubanos. No hay periódico
donde no haya un periodista cubano, ni banco donde no haya un banquero cubano,
ni publicitaria donde no haya un publicitario cubano, ni escuela donde no haya
un maestro cubano, ni universidad donde no haya un profesor cubano, ni comercio
donde no haya un manager cubano. En las Grandes Ligas del béisbol sus nombres
también brillan.
En Madrid, el primer
poeta latinoamericano es un negro cubano. En la Coca Cola, Kellog’s, McCormick,
Pepsi Cola y tantas otras su dirigente es, o fue un cubano. En el Congreso de
Washington hay cinco cubanos, en el Senado Federal se sientan tres cubanos, el
Ministro de Comercio de E. U. es un cubano, la Viceministra de Salud es una
doctora cubana. Assange corre por el mundo escondiéndose por culpa de una
cubana. Caramba, son unos pocos en éste país y llegaron hace muy poco tiempo
¿Cómo hacen estos cuatro gatos para convertirse en el centro del mundo? En las
tierras prestadas del extranjero parecen llevar siempre en la frente la marca
del sitio de donde vienen.
En mi último viaje a
Moscú, mientras estaba en una cena con unos amigos, veo al cantinero saludar de
manera efusiva a un amigo y este le grita casi con orgullo mundano ¨Hermano
ponme ahí un Cuba Libre¨. Esos, sin duda, eran dos cubanos. Los cubanos llevan
a Cuba. La enaltecen y la honran, porque además de en la frente la llevan en el
corazón. Se han afincado definitivamente en estas tierras que los han acogido y
donde viven en lo material muchas veces mejor que como vivían en Cuba.
Aun teniéndolo todo, si
les falta Cuba, no tienen nada. Quizás por ello han hecho su Cuba aquí. Por
eso, si se le mira bien, se verá que a veces parece que el cubano ríe, pero en
realidad está llorando por dentro. Le nace el hijo, le crece, se le gradúa en
la Universidad, pero el cubano suspira. ¡Ay, si estuviera en mi Cuba!.. Compra
una casa, un auto, o una lancha y sigue suspirando. ¡Ay! ¡Si todo esto lo
tuviera en Cuba! Ganan cuatro kilos y salen corriendo para la Cuba de donde
salieron en, como dicen ellos, ¨en lo que aparezca¨. De una manera misteriosa,
que no puede definir hay un vínculo con aquello que tira de aquí hacia allá.
Ahora que perdió a su país, sabe que no puede vivir sin Cuba, y la sueña de
noche, y le agiganta los valores y la embellece y la idealiza, y se culpa de no
haberla entendido mejor, y la recrea en sus cantos y bailes, y la revive en sus
historias en sus costumbres y en sus comidas.
Son esos hombres con
tanto sentimiento por dentro que un día decían ¨Cuba es una mierda.¨ y cuando
están fuera se entran a mordida con quien ose hablar mal de su Cuba, es algo
tan idílico como que nadie habla mal de la familia, solo entre nosotros nos
puteamos. ¿Por qué compran hoy los cubanos más libros cubanos que nunca? ¿Por
qué tienen sus casas, sus negocios y sus oficinas llenas de palmas, de
banderas, de escudos y de retratos de José Martí? ¿Por qué aunque sean USA
citizens SIGUEN SIENDO PRIMERO CUBANOS? ¿Por qué se reúnen en sus
municipios de origen formados en el exilio, borrando antiguos antagonismos de
partido o clase? Porque el cubano sabe que lo único auténticamente suyo fue, es
y será SU CUBA y que a ella quisiera el poder regresar. No les preocupa que le
devuelvan la residencia o el negocio, si lo tenían. Lo único que desean es
volver a su tierra.
La casa donde nació está
destruida, al pueblo se lo han puesto desconocido, la madre ha muerto. Pero no
importa. El exiliado cubano quiere de todos modos ir a esa casa, a ese pueblo y
a esa tumba. La Patria empieza ahí…. ¡Mi respeto y admiración para todos los
cubanos!
Comentarios
Publicar un comentario